Se considera delito de amenazas la expresión clara y directa de una persona frente a otra en el que le expresa el anuncio de un mal que constituye delito de homcidio, asesinato o lesiones, entre otros, y que provoca en la persona receptora una creencia prácticamente absoluta que la autora no sólo es capaz de hacerlo sino además que el hecho anunciando se va a materializar.